Caminos

Hace mucho que no escribo aquí, hace mucho que no escribo de música, hace mucho que no escribo de caminos. Pero esta noche calurosa de diciembre he leído a Xoel López y me he puesto a escucharle y a escucharme.

Hace mucho que no escribo de canciones porque ya no las escucho igual. Porque los sonidos que me mueven ya no son los mismos. Porque me siento distante de los sonidos que antes de movían y no encuentro los nuevos.

Deluxe llegó con un Que no cuando estaba en la universidad. Un concierto gratuito que organizaban dentro de un festival o algo así, no lo recuerdo. Sé que grité y salté, y aunque no veía claramente cual era mi que no sabía que lo necesitaba. Por entonces yo estudiaba electrónica, disfrutaba las horas locas de biblioteca. Empezaba a conocer lo que eran las migrañas y el estrés. Más tarde dejó Reconstrucción y Fin de un viaje infinito para hacer mi camino de ingeniera de la nada a profebipolar.

Luego se fue a América, a recorrerla de sur a norte. En ese tiempo volvió a Madrid y dio un concierto en el Búho Real y allí estábamos Carmen y yo. Recuerdo mirarlo con esa fascinación, porque le veía libre y creciendo. Porque estaba haciendo su camino. Porque estaba recorriendo el mundo, conociendo y empapándose.

Volvió con la Caravana Americana y su Átlantico y veía la ilusión y amplitud en sus ojos. Y mis ojos se abrían más y más, y no sabía si yo un día me atrevería a subirme a una caravana así.

Pero llegó un día que hice las maletas y me subía a mi propia caravana rumbo a Perú. Y como siempre digo, fue algo una experiencia que ni habría podido soñar. Cuando volví Xoél tocaba Paramales en el Sonorama, hacía solo 3 semanas que había vuelto y en ese concierto sentí que él me entendía. De las cosas que he aprendido viajando es que nuestro cuerpo en el viaje de vuelta va más rápido que nuestra alma/cabeza/corazón o como queramos llamarlo. Después de año y medio escuchando batucada, cajón peruano, festivales selváticos, … no sentía las canciones como antes, pero aquellos sonidos tampoco eran yo del todo.

Me distancié de la música, no la conseguía escuchar igual ni darle la misma importancia. Y cuando tenía un mal día me ponía una lista de regetón. Me daba todo más igual, estaba más distante de algo que antes para mi era tan importante como para empezar un blog sobre música.

Ahora Xoél habla de Sueños y Pan. Habla de caminos, de cuando llegó a Madrid, habla de familia, de noches de insomnio, de sembrar, del jaguar, de las fronteras, de cambios, … Y su sonido está en armonía con el mío, no noto esa distancia de donde ya no estoy ni de donde no llegué.

María una vez me dijo que cuando viajas mucho y te adaptas a cada nueva vida entre tanta adaptación te diluyes un poco y ya no sabes quién eres del todo. O te olvidas de quién eres o entre tanto reajuste ya no sabes en que punto estás.

Una compañera de mi vida actual me preguntaba el otro día que es lo que me gusta hacer… Y yo sin saber responder. En una de mis vidas iba a conciertos, en otra tocaba el tambor, en otra salía de fiesta a pubs, en otra me sentaba a leer en cafeterías, en otra salía a andar al monte, en otra los viernes quedaba de cervezas a filosofar sobre la vida, en otra… Pero en esta nueva vida, en esta nueva ciudad aún no sé que me gusta, qué quiero vivir o qué me ofrece o qué puedo hacer.

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